miércoles, 8 de septiembre de 2010

CHICOGRANDE (2 de 2): La expedición (histórica) de Cazals

Felipe Cazals es el director de la Santisíma Trinidad que significan tres de las películas más representativas del cine mexicano: Canoa (con Salvador Sánchez, Ernesto Gómez Cruz), El apando (Manuel Ojeda, José Carlos Ruíz, María Rojo) y Las poquianchis (Diana Bracho, Gonzálo Vega, Patricia Reyes Spíndola), todas de 1976. Una trilogía que documenta tragedias de cruentas historias reales; desde el linchamiento de los trabajadores universitarios en Puebla, el drama carcelario que padeció José Revueltas en Lecumberri y la prostitución de mujeres explotadas en León y San Pancho; respectivamente. Ahora, Cazals hace otra expedición en el tiempo para contar la historia (ficticia, creo) de lealtad de un soldado villista que protegía el escondite del revolucinario de las tropas norteamericanas.
La película es muy buena, para los casi 80 años del director, me sorprendió y por mucho está mejor realizada-dirigida-actuada que El atentado, de Jorge Fons. Actoralmente Cazal exprime lo mejor de sus principales protagonistas: Damián Alcázar es una piola (lo que es él y Daniel Gímenez Cacho son lo mejor de su generación) interpreteando al soldado Chicogrande del título. Daniel Martínez (Paradas continuas, El estudiante; él es el maestro que embaraza a la alumna) aquí sorprende por su interpreteación del militar gringo obsesionado con Villa, su acento del inglés me pareció muy bueno (para no ser angloparlante); y junto a Juan Manuel Bernal (La habitación azul) creo que dan las mejores actuaciones de sus carreras; el acento de Bernal es aún mejor, tanto que no sé si fue doblado. En lo técnico, la FOTOGRAFÍA destaca con ese tono "sepia": la tierra, los cerros, el polvo, el adobe de las casas viejas, etc. Y esos paisajes le da un (saboroso) tono Western a la película. La MÚSICA, aunque poca, encaja muy bien y realza el dramatismo de las escenas que adorna. La recreación de la época (vestuario, filmada en locaciones de Durango) es muy buena. Lo malo pudiera ser, si acaso, la falta de gringos reales como soldados de las tropas norteamericanas, el uso de gente rubia al menos. De ai en más, todo bien.
La escena donde Chicogrande (Alcázar) le dice al médico estadounidense (Bernal) el por qué de su férrea lealtad a un simple robavacas es de las mejores escenas, emocionalmente; junto con la última parte de la película que es donde se pone buena. La película anterior del director fue Las vueltas del citrillo (Alcázar, J. M. Yazpik, Jorge Zárate) que cuenta las andanzas de tres militares en la época del porfiriato, situada en los alrededores de uan cantina donde siempre se reunian a emborracharse con pulque, y que también es muy buena, muy sólida, como Chicogrande.

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